Capitulo 2
Jung Yunho, un joven con muchas fortalezas, virtudes, pero
sobre todo, talento. Un nuevo día comenzaba y el joven castaño caminaba por los
pasillos de la Academia en busca de un poco de aire fresco mientras se dirigía
a su salón.
Él se sentía muy feliz, ya que era la primera vez que se
reunía con grandes ejecutivos en el ámbito musical, tanto que no se dio cuenta
de que, por accidente, había perdido uno de sus objetos más preciados que
conservaba.
―Yunho ssi ―le llamaron, a lo que respondió con una leve
reverencia―.
El chico que lo hablaba era pelirrojo, con aspecto infantil,
él era su amigo de casi toda la vida, Kim Junsu. Eran amigos desde la primaria
y era el confidente perfecto de Yunho; el castaño le contaba todas sus cosas y
el pequeño siempre que podía, lo aconsejaba.
―Oye ―le dijo―, escuché en los pasillos que alguien
―haciendo énfasis en la última palabra―, ya tiene un contrato.
A lo que el joven castaño respondió con una sonrisa.
―En efecto, la escuela contrató abogados para que revisaran
el contrato, sin embargo dijeron que no había problema alguno si firmo.
―¿Revisaste el contrato, Yunho? ―se atrevió a preguntar el
menor―.
―Por supuesto ―sonrió confiado―.
―y …¿Cuándo comienzas?
―En un mes ―sonrió ampliamente―.
―¡Muchas felicidades! ―su amigo le dio un fuerte abrazo que
inmediatamente correspondió―.
―Gracias. No sabes lo feliz que estoy, es decir, he esperado
esto por años.
―Era de esperarse. Eres el mejor de esta Academia, oye, y ¿Qué
hay del chico nuevo?
―¿Quién? ―preguntó algo dudoso―.
―El nuevo, para el que tuviste el “honor” de tocar en el
evento de la Academia.
―Ah, él. No lo sé, no lo conozco del todo aún. Se presume
que canta, pero no lo hemos escuchado, cosa que me parece algo injusta, ¿No lo
crees?
El joven pelirrojo asintió mientras ambos entraban a su
salón para tomar asiento.
Yunho, a pesar de ser el mejor de su clase, siempre se
sentaba en el rincón de la última fila de sillas, para él era más cómodo un
lugar donde se sintiera solo, cuando era más pequeño, no tuvo muchos amigos,
hasta que en un día de primaria de otoño, conoció a un pequeñito que se ofreció
a ser su amigo.
“―Ho..Hola ―un pequeño de escasos 7 años estaba de pie
frente a él, era de baja estatura y cabello castaño claro, su piel era muy
blanca, tanto que parecía como si estuviese algo pálido―.
―Hola ―sonrió el pequeño Yunho de 9 años― ¿Qué haces por
aquí, pequeñito? Tu salón esta al otro lado.
―Lo..Lo se, pero…¿pu..puedo esconderme aquí? ―pregunto
timidamente―.
―¿Esconderte? ―alzó un poco la ceja el castaño―, ¿De que?
―De…de…―escuchó el pequeño varios pasos que se acercaban
rápido y unos niños de más edad corrían por los pasillo de la escuela haciendo
que el menor se escondiera y aferrara detrás de la espalda de Yunho―.
―¿De ellos? ―preguntó, a lo que el pequeño asintió despacio
haciendo un pequeño puchero―.
―¿Qué te han hecho? ―preguntó sorprendido el mayor―.
―Na..Nada…pe..pero quieren golpearme por ser pequeñito ―bajó
la mirada el menor―.
―Vamos con la directora, veras que…
―¡No! ―exclamo―, si le dices a la directora
me..me..go…golpearán más fuerte…no quiero que duela mucho ―el pequeño comenzó a
sollozar, tenía mucho miedo―.
―No voy a dejar que te golpeen ―sonrió―.
―¿De..de verdad? ―yunho asintió recibiendo como respuesta un
gran abrazo del pequeñito―.
Finalmente, convenciendo al menor y vigilando que no haya nadie que aparentara peligro,
salieron para ir a la oficina de la directora, de pronto se escucharon unos
gritos y lloriqueos de otro pequeño en el fondo de uno de los pasillos de la
primaria.
―Otra vez…―susurró sollozando el menor―.
―¿son ellos? ―preguntó, a lo que el menor asintió―.
―Estan golpeando a otro niño de mi edad…siempre lo golpean a
él, su cara ya no es la misma ―hizo un puchero―.
―Esto es grave, vamos ―corrieron juntos hasta llegar a la
oficina de la directora―.
Una vez ahí, le comentaron de todos los problemas que ha
habido y que pequeñito había contado con mucho miedo, lloraba mientras narraba
las cosas que ha visto que les hagan a muchos niños de su salón. La directora
estaba frustrada y algo enojada por lo que está pasando, por lo que retiró a
los dos niños de la oficina para agendar citas y hablar con las mamás de los
niños más grandes y ver cómo resolver esta situación que evidentemente estaba
saliéndose de control.
Al día siguiente, el pequeño Yunho se encontró a su nuevo
amiguito saltando felizmente en la escuela, cosa que hizo sonreír aliviado al
mayor, el peligro había pasado.
El menor le contó que expulsaron a los niños malos, de
pronto, un pequeñito con la cara hinchada entraba a la escuela caminando
despacio, sintió una enorme necesidad de ir a ayudar al pequeñito con sus
cosas, pero una tímida mano halando de su camiseta se lo impidió.
―¿Me acompañas a mi salón? ―el pequeño Yunho sonrió
tiernamente, ya que sin darse cuenta, había encontrado a un nuevo amigo―.”
―¿Yunho?...¡Yunho!
―Ah…¿Qué?... ―ese último grito había sacado al mayor de sus
pensamientos―.
―¿En que pensabas? Te perdí por un momento.
―Nada, solo cosas.
―De acuerdo ―rodó los ojos el menor y notó algo extraño―.
Oye, creí que no te desharías de aquel anillo.
―¿Eh? ¿De que hablas? ―reía un poco―, justo aquí lo tengo
conm…―el mayor enmudeció cuando al tocar su pecho no sintió aquel aro plateado
que siempre colgaba como dije―. No esta…―se escuchó casi como un susurro―.
El castaño rápidamente se levantó de su asiento y comenzó a
buscar por todo el salón llamando la
atención de sus compañeros.
―¿Pasa algo Sr. Jung? ―el profesor, quien escribía algunas
partituras en la pizarra volteó ante el escándalo que comenzaba a formarse―.
―Acabo de perder un objeto valioso. Disculpe profesor,
¿Podría salir un momento?
―De acuerdo, pero no haga más escándalo por favor. ―el joven
asintió saliendo del salón―.
Comenzó a correr por el pasillo con la mirada en el suelo,
buscando algún objeto tintineante o color plateado, ese anillo era muy
importante para él, por algo no podía despegarse de él.
―Maldita sea, ¿Dónde esta? No puede haberse perdido, no.
―susurraba sin dejar de correr por el pasillo―.
El ruido de las pisadas de Yunho comenzó a llamar la
atención de los alumnos de los diversos salones, entre ellos Jaejoong, quien se
asomó tímidamente por la ventana, observando que buscaba con urgencia algo. El
anillo que ahora él poseía.
Por instinto se tocó el bolsillo del pantalón, sintiendo
aquel anillo, y por un momento se sintió culpable, sin embargo pensaba que no
era el momento aún para regresarlo.
Pasaron los minutos y las clases continuaban, sin embargo,
Yunho se sentía desesperado, necesitaba encontrar ese anillo aunque fuese lo
último que hiciera.
―Oye, mira la ventaja, sin ese anillo, las chicas de la
academia … e incluso los chicos de aquí comienzan a verte mejor, tendrás
pretendientes.
Junsu quería darle un pequeño codazo a su compañero pero
éste lo detuvo con algo de brusquedad y lo miró seriamente.
―Junsu, yo ya no quiero nada más. Eso es lo único que me
queda, y ahora lo he perdido. ¿Tienes idea de como me siento?
―No lo se. Pero solo me gustaría que dejaras de aferrarte a
aquello, no es bueno para ti.
Si hay algo que le molestaba al mayor era que a veces las
personas lo juzgaban por lo que hacía e incluso se sentían con la autoridad
suficiente para entrometerse en su vida. Así que para evitar discusiones Yunho
solamente se quedó callado.
Las horas transcurrían y las clases finalizaron, Jaejoong
pensó que ya era tiempo de regresarle aquel anillo, quería conocer más al chico
del cello, paseaba tímidamente por toda la academia tratando de buscarlo sin
éxito alguno, cuando de pronto, estando a punto de salir del lugar, escuchó
unos sollozos provenientes de algún lugar cerrado, Jaejoong comenzó a caminar
sigilosamente hasta llegar a un pequeño salón, se asomó tímidamente y encontró
a un Jung Yunho destrozado, abrazando sus rodillas y llorando desconsoladamente
en un pequeño rincón de aquel aula, al rubio se le partía el corazón al ver tal
figura ejemplar y majestuosa derrumbada por sus propios sentimientos de culpa,
y el menor se sentía aún más culpable por poseer el objeto que puede cesar sus
lágrimas.
Respiró profundamente y decidido a regresar aquel objeto estaba por
entrar, cuando de pronto el castaño se puso de pie y comenzó a caminar rumbo a
la puerta para salir del salón, entonces Jaejoong se escondió para que no lo
descubriese y, esperando a que el castaño se alejara a una generosa distancia,
comenzó a seguirlo, debía de regresarle ese objeto tan preciado que sin duda le
dolió perder.
Los pasos se alargaban y la distancia que recorrían también,
al frente iba un Yunho deprimido, con la mirada perdida y fija en el
suelo, nariz algo sonrojada y ojos
llorosos algo enrojecidos, pasos firmes que lo guiaban por si mismo, y unos
cuantos pasos más atrás, se encontraba un Jaejoong preocupado, tímido y
temeroso por lo que pudiese ocurrir, culpable de lo que pasaba ahora por la
mente de Yunho.
A medida que pasaba el tiempo, el rubio pudo divisar un
lugar muy conocido, una vez que lograron entrar, los pasos del rubio fueron más
pequeños, respetando el espacio del castaño, pues sin duda, se encontraban en
un lugar que exigía el respeto absoluto. Habían llegado al panteón.
Jaejoong solo podía divisar como Yunho se acercaba a una de
las tumbas que ahí se encontraban y hacía una reverencia de respeto ante ésta;
por otro lado, Yunho se sentía devastado y las lágrimas regresaban de nuevo,
tomo algo de aire, y hablo directamente hacia la lápida.
―Hola ―sonrie un poco―, se que ha pasado algo de tiempo, te
pido una disculpa, la academia de artes musicales me tenía ocupado, me ha ido
muy bien. ¿Sabes? Pronto empezaré a ser un músico profesional, estoy muy feliz
por eso. Pero…bueno, yo…no se como decirte esto pero…extravié el regalo…tu
regalo ―las lágrimas corrían por sus mejillas―, lo siento mucho Ha Neul, yo…soy
un tonto, es lo único que me queda de ti y…lo he perdido, ya no se que hacer
bebé. Te extraño mucho amor, extraño tus risas, tus abrazos, pero sobre
todo tu voz. Eres tan perfecta que, a
pesar de que han pasado los años desde que te perdí por culpa de aquella
maldita enfermedad, no te he podido sacar de mi mente y mi corazón. Te extraño
pequeña. ―cayó de rodillas llorando ante la lápida―.
Jaejoong, a pesar de no poder escuchar lo que pasaba gracias
a la distancia que los separaba, pudo notar lo dolido que estaba, se fue
acercando poco a poco escuchando un poco más lo que pasaba dándose cuenta de
que había perdido a su amor…y que ese anillo, era un símbolo de todo el amor
que se tenían, algo que, por alguna razón, le dolió aún más por dentro.
Sin embargo, un sentimiento nuevo le invadía, sentía la
necesidad de consolarlo, sin darse cuenta avanzaba cada vez más rápido hacia
él, y su voz…su voz salió por si sola, comenzando a entonar una melodía…
―Barami momum gu
shigan jocha, Naegen nomu mojarangol (Aún en los momentos que el viento se
detiene, para mi no es suficiente)
Yunho se quedo completamente quieto al escuchar esa voz que
poco a poco se acercaba tras él, sin embargo, el decidió no voltear hacia
atrás, esa voz, esa letra, solo lo hacían soltar más lágrimas mientras se
quedaba mirando a un punto fijo en el horizonte, recordando poco a poco como es
que conoció a la pequeña Ha Neul, como es que ella la animaba para tocar los
diversos instrumentos en los que es bueno, como es que ella, gracias a su voz,
lograba armonizar con los instrumentos y juntos hacían de cada día una hermosa
velada musical que deleitaba a más de uno, como fue apoyándola y estando con
ella mientras esa horrible enfermedad la consumía día con día, y como es que
ella, le regaló ese hermoso anillo mientras él le hacía un juramento donde le
prometía cuidar de ese objeto con su vida, así como también nunca jamás dejar
la música…
―Fly away,fly away love, Fly away,fly
away love, Neseng-e dan hanbone sarang-a , Annyeong... (Vuela lejos,Vuela lejos amor, Vuela
lejos, Vuela lejos amor.., Y en el más allá te dare mi amor de nuevo, Adiós...)
Yunho se quedo petrificado al escuchar la voz que el rubio
emitía al cantar y poco a poco se levantó de donde estaba, cerrando los ojos
mientras sus lágrimas corrían, para luego voltear lentamente y descubrir quien
estaba detrás de esa hermosa voz que deleitó los oídos del castaño.
―T..Tú…¿Qué…? ―el rubio suspiró lentamente y sintió que sus
ojos muy pronto estarían cristalizados al ver a un Yunho destrozado―.
―Yo…te…estaba buscando…y…―intrudujo una de sus manos en el
bolsillo de su saco―, solo…quería darte …esto.
Tomó la mano del joven castaño y la abrió lentamente
colocando en ella aquel anillo plateado que tanto anhelaba. El castaño abrió
los ojos sorprendido ante el acto y no pudo hacer más que abrazar fuertemente
al rubio sollozando sin control en sus hombros. Sin darse cuenta Jaejoong se
encontraba abrazándolo con la misma fuerza acariciando la espalda de Yunho
levemente mientras sollozaba con él entiendo poco a poco sus sentimientos.
Este era tan solo el comienzo de una nueva armonía que poco
a poco se formará.
*-* no tengo palabras con lo ultimo mi kokoroko… *-*
ResponderBorrarQue emotivo capitulo, triste ante la perdida de alguien querido y feliz por el comienzo de una hermosa amistad y de seguro amor.
ResponderBorrarGracias